Presentación Cuando
Cervantes hizo presentar a Ginés de Pasamonte su maliciosa – apicarada –
definición de
«aquel género», todo podía
parecer arreglado. Sin embargo, ya el mismo Mateo
Alemán no estaba de acuerdo con el hecho de que a su libro
«dieron en llamarle Pícaro
y no se conoce ya por otro
nombre». La
cuestión de cómo entender
aquel género, gestionado en la España del Siglo
de Oro y tan voluble que pronto pudo
cambiar tanto de sexo y de
lengua como de
lugar, tiempo e ideología, acompaña a la llamada
novela picaresca desde sus
inicios, por más que la etiqueta se
haya acuñado en tiempos muy posteriores. No es
de sorprender, por tanto,
que en la crítica haya habido tantas propuestas para la
delimitación del género
picaresco como, por el otro lado, intentos de comprobar que ninguna de
ellas
puede hacer la debida justicia a esta forma proteica
de la literatura. Indudablemente,
la problematización del
concepto de novela picaresca ha arreciado en los últimos
años. Cabe repetir lo
que se constató hace ya tiempo: la picaresca constituye
todavía «una cuestión
abierta» (Cabo Aseguinolaza 1992). Pero entre los factores
responsables ya no
cuentan tanto los prejuicios y preconcepciones heredados de la
historiografía
literaria tradicional, sino, más
bien, los virajes, diferenciaciones y recanonizaciones de
la
investigación actual. En particular, hay que mencionar la
extensión del
supuesto corpus desde sus márgenes – que propone
la pluralización del concepto
a través de la picaresca femenina y textos a caballo entre fact y fiction
como la Historia de la Monja
Alférez –, pero
asimismo el enfoque comparatista y las lecturas
innovadoras de obras
canónicas. El vestido del concepto parece no
cubrir ya las carnes del mozo de muchos amos y, menos aún, las
de la hija de
Celestina, desde siempre algo rolliza, por cierto. Es
así como se aboga ya sea
por entender «protean change
and adaption» como el rasgo esencial del género
(Mancing 1996), por ver lo
picaresco como un paradigma cultural abierto
que puede concretarse lo mismo en la pintura del siglo XVII como en el
cine
documental actual (Ehland/Fajen 2007) o
bien por reemplazar, al menos en el caso del Guzmán, el rótulo
de «picaresca» por el
de novela moderna (Cavillac 2004), sin ambages ni reservas
cervantistas. Los
ejemplos de explícita reserva ante las definiciones
más o menos «formales»
podrían extenderse. En cambio, otros estudios recientes
remodelan, aunque
implícitamente, el concepto de la novela picaresca como
documento de los
conflictos económicos, sociopolíticos e
ideológicos de la España del Siglo de
Oro. Buena parte de la crítica actual, deudora de un cultural turn
metodológicamente a veces algo vago, propone así
una
vuelta hacia definiciones en último término
referencialistas – aunque las
referencias sean sobre todos los
discursos – y poco interesadas en planteamientos
literario-estéticos o comunicativo-mediales. Pero
deducir de ello que el concepto de la
«novela picaresca» como género
específicamente literario se
haya vuelto obsoleto sería equivocado, o,
al menos, prematuro.
Antes hay
que revisarlo a la luz, precisamente, de sus perspectivas
heurísticas – y no
desde sus efectos clasificatorios. ¿Cuáles son
los aspectos de los textos que éste
posibilita ver y entender?
Evidentemente, hay toda una serie de cuestiones que en este contexto
intrigan,
sobre todo si también
se toman
en cuenta la recepción y las reescrituras de la picaresca en
la narrativa
europea desde el s. XVII hasta nuestros tiempos. El mismo hecho de que
la
ficción narrativa literaria – ¿a causa
de algún tipo de
«plusvalía»? – fuera y siga siendo la modalidad
comunicativa predominante de lo
picaresco, sería uno de los fenómenos principales
a replantear sobre el
trasfondo de las tendencias críticas actuales, abriendo a la
vez un campo
amplio para ensayar enfoques interdisciplinarios. También los procesos de reescritura merecen el análisis en base a una renovada reflexión sobre el género y sus posibilidades de cambio. Valga de nuevo la recurrencia a Cervantes: mientras que en el caso de la recepción del Quijote es siempre la obra misma la que se vuelve intertexto, aunque desde miradas cada vez distintas, en el de la picaresca sucede algo bien distinto. Pues a partir de ciertas circunstancias, todavía por aclarar, los ecos picarescos por ejemplo en Moll Flanders, Felix Krull, El tambor de hojalata o muy recientes novelas francesas ya no remiten a ninguna novela picaresca determinada, sino que se ofrecen como «aires de familia». Y en cuanto tales, no corresponden a ninguna de las definiciones estrictas, ni se dejan reducir a una noción tan vaga como la del conflicto entre individuo y sociedad. Pero vistos desde cerca, algo semejante vale ya para la serie de los textos supuestamente canónicos y su recepción contemporánea. Lo que así suscita el interés es, justamente, la dinámica del cambio como parte integral y condición básica de la constitución de «aquel género». Conceptos tales como transcripción y transformación, elaborados por la actual teoría de los medios, podrían servir de herramientas para remodelizar el desarrollo histórico de la picaresca. Aquí se abre un vasto campo para el diálogo entre las concepciones de la picaresca vista desde sus orígenes, circunscritos al ámbito español, y otras más bien transnacionales, atentas tanto a las transformaciones como a las tradiciones y perspectivas europeas que ya se despliegan en las obras canónicas. El coloquio de Colonia invita a emprender este diálogo, a través del estudio de casos y enfoques concretos de la picaresca, como así también por medio de reflexiones más generales. Para ello reúne a un pequeño grupo de destacados especialistas en la narrativa del Siglo de Oro español, teoría literaria, literaturas comparadas y/o literaturas románicas. ***
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Estudios citados
Cabo Aseguinolaza, Fernando (1992): El
concepto de género y la literatura picaresca. Logroño. Cavillac,
Michel
(2004): «El
Guzmán de Alfarache: ¿una novela
picaresca?», en: Bulletin Hispanique
2004, no. 1, pp. 161-184. Fajen, Robert / Ehland, Christoph (eds.)
(2007): Das Paradigma
des Pikaresken / The Paradigm of the Picaresque. Heidelberg.
Mancing, Howard (1996): «The Protean
Picaresque»,
en : Giancarlo Maiorino (ed.), The
Picarescque. Tradition and Displacement. Minneapolis. |
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